Empresas familiares y Covid 19: maratón en tres tiempos
Tres de cada cuatro empresas en Chile están a cargo de familias empresarias. Para ser más precisos el 78% según el estudio hecho por el Centro de Familias Empresarias Jaime Said de la UDD (autores: Jiménez, Arriagada, Mandakovic y Echeverría). Por lo tanto, son principalmente empresas familiares las que están viviendo la más grande crisis sanitaria que tengamos memoria.
Una manera de abordar esta crisis es reconocer su magnitud y desde ahí unir toda la fuerza, el coraje y la sabiduría para enfrentarla.
Estamos comenzando una carrera de maratón, en que debemos desafiarnos hasta correr los límites de lo posible. El doctor, corredor y filósofo, George Sheehan decía: “El correr forma al hombre total: un poco animal, parte niño, parte artista y parte santo. Correr me convierte en todas estas cosas, en una persona total”.
Una amiga me contó que una maratón solo es posible completarla bien cuando se combinan el trabajo físico, la cabeza y el corazón. El primer tercio de los agotadores 42 kilómetros 195 metros se corren principalmente con las piernas; el segundo tercio, con la cabeza; pero los últimos kilómetros: son solo corazón.
Las familias empresarias requerirán de los mismos tres niveles para salir fortalecidos.
En la primera etapa de esta maratón (el nivel físico de los atletas) las empresas familiares están usando la mayor parte de sus energías en la ardua tarea de sostener su continuidad de negocios, principalmente: gestión, logística y operaciones. Esto es especialmente demandante porque durante las crisis aparecen múltiples goteras y cada filtración se siente como una cascada.
En el segundo tiempo, que ya estamos iniciando, las empresas familiares deberán correr usando especialmente la cabeza. Aquí se requerirá inteligencia para poder levantar la vista, desarrollar mirada estratégica, forjar planes (no definitivos, pero sí de “juego”), apelar a la necesidad de reinventarse, salir de un relativo ostracismo histórico y animarse a formar novedosas alianzas para construir oportunidades en el nuevo contexto que crea la crisis.
Pero todo este esfuerzo y enorme trabajo de las etapas previas servirá de poco si es que no logramos terminar la carrera.
Al igual que los maratonistas, cuando el cuerpo físico y mental está sin reservas porque lo entregaron todo, es el corazón el que te salva. Un corazón lo más abierto, empático y radiante posible hacia nosotros, los stakeholders y la comunidad es lo que ayudará a las empresas familiares a llegar a la meta.
La meta no debiese ser volver al “business as usual”, sino que la aspiración de transformar la realidad compartida en un mejor entorno para desarrollarnos y prosperar junto a nuestras familias, organizaciones y comunidades.
Esta última etapa, que indudablemente será más larga, sostenida e incierta, nos obliga (e invita) a reconectarnos con la pasión y el propósito que nos hace levantarnos cada mañana, a buscar dónde está latiendo el alma de la empresa y a traer al presente la pasión que pusieron los padres y madres fundadoras. Pero también, esa conexión con el corazón nos da la valentía para preguntarnos: ¿Somos necesarios? ¿Somos un aporte a la sociedad con esto que estamos entregando? ¿Es valorada nuestra entrega? La respuesta a esas preguntas seguro iniciará nuevas y maravillosas carreras de corta, mediana y larga distancia.
Gonzalo Jiménez Seminario
CEO Proteus Management & Governance,
Profesor de ingeniería UC
Fuente: www.diarioestrategia.cl