Los impuestos se pagan mucho antes de “pagarlos”

Una eternidad ha pasado, las sociedades se han desarrollado, pero el tributo se sigue cobrando. Pero no me refiero al impuesto a la renta, me refiero al tributo de verdad, el que se cobra en cosas.

¿Por qué un grupo de españoles llegó a América y derrotó al Imperio incaico de un plumazo, y no fueron los incas los que conquistaron Europa? Este es el tipo de preguntas que Jared Diamond se hace en Armas, Gérmenes, y Acero. La pregunta es mucho más profunda de lo que parece, por lo que Diamond nos pasea por la historia de la humanidad desde una perspectiva más científica de la que, al menos yo, estoy acostumbrado. La disposición geografía de continentes, la exposición a gérmenes, la disponibilidad de alimentos y animales domesticables, entre otros, crean después de miles de años una disparidad abismal en el desarrollo de distintos pueblos y sus capacidades relativas para someter unos a los otros. Misma especie, distintas circunstancias.

Me gasté el párrafo anterior sin acercarme al tema de hoy porque me parece injusto citar a Diamond solo en uno de los aspectos más simples que toca: cómo surgen los tributos. Imagine usted miles de años resumidos así: pequeñas bandas nómades descubren la agricultura y sus beneficios, se asientan y, por lo mismo, pueden crear utensilios y comodidades que su vida anterior no les permitía acarrear. El grupo puede crecer, sus riquezas también, junto a la necesidad de mantener tanto un orden interno como la defensa externa. Surge la especialización junto a una jerarquía que administra y distribuye los recursos y bienes creados. ¿Cómo lo hace? A través de tributos. ¿Qué tributos cobra? Lo que se necesita: cereales, carnes, trabajo, etc.

Una eternidad ha pasado, las sociedades se han desarrollado, pero el tributo se sigue cobrando. Pero no me refiero al impuesto a la renta, me refiero al tributo de verdad, el que se cobra en cosas. Este impuesto es aquel que se paga cada vez que un bien privado pasa a dominio público. Así es, los impuestos se cobran precisamente en el momento que un gasto público se realiza, lo que viene después es solo contabilidad (nada contra la contabilidad, vivo gracias a ella).

Gasto público realizado, registro contable creado. Esto ya sea con nudos en un cordel, como lo hacían los incas, o con una amplia gama de instrumentos que manejan los estados modernos. Como Diamond, yo también tengo mis preguntas: ¿Por qué el contabilizar este pasivo en la forma de dinero, papeles de deuda de Tesorería, o del Central, preocupa tanto o más a los economistas que la magnitud del tributo (el gasto)? ¿Por qué monetizar la deuda pública (cambiar un papel por otro) tendría un efecto inflacionario, esto sin considerar siquiera que más del 90% del dinero no es más que una creación de la banca comercial?

Creo que la génesis de todos los potenciales males (o bienes) está en el gasto, y que a la hora de los “quiubos”, todo el sector público no es más que un gran balance consolidado (sino pregúntele a quienes prestaron US$500m a EFE a 30 años al 3%). Si la cosa se pone color de hormiga el Estado siempre podrá apropiarse de bienes privados, creando obviamente algún tipo de papel (llámelo bonos de Tesorería, pagarés del Central o dinero). Todos dicen exactamente lo mismo: “Yo te debo a ti” (IOU in English).

Margaret Thatcher dijo: “No olvidemos esta verdad fundamental; el Estado no tiene más dinero que el que las personas ganan por sí mismas”. La frase es casi perfecta, salvo porque confunde dinero (registro contable que el Estado crea), con riqueza (cosas y servicios reales creados por la gente). Voy a terminar con mi última pregunta del día de hoy: ¿No será que algunas teorías económicas han fallado al describir la realidad actual porque también confunden riqueza con dinero?

Tomás Casanegra -El autor es ingeniero civil PUC y MBA The Wharton School.

Fuente: www.latercera.com