Supremacía intelectual de los políticos

Sin el ánimo de sembrar cizaña al desempeño parlamentario, sino ejerciendo mi legítimo derecho de expresión y de manifestar mi frustración como ciudadano ante el desempeño de nuestros políticos y parlamentarios, es que formulo mi opinión al nesciente discurso realizado en los debates de las leyes tributarias y ahora en la ley que permitirá a los trabajadores retirar el 10% de sus fondos de pensiones.

Mi frustración nace de las declaraciones que evidencian un abismo entre el conocimiento que nuestros políticos tienen y de los fundamentos técnicos que emanan de la Economía como ciencia positiva que describe las acciones de las entidades y que proyecta sus conductas de acuerdo con la evidencia empírica que la sustenta.
Respecto a la discusión de la ley del retiro del 10% de los fondos de pensiones, me permito destacar las declaraciones del presidente del Partido Demócrata Cristiano, señor Fuad Chahin, quien señaló muy ufanamente que estos retiros no pagarán impuestos porque “son ingresos no renta” y porque “estos ingresos ya tributaron como corresponden” porque provienen de una remuneración “afecta a impuesto”. Si bien es cierto que las cotizaciones previsionales provienen de una renta que tributa mensualmente con el Impuesto Único al Trabajo, no están afectas a ese tributo porque no forman parte de la base imponible al ser descontadas de la remuneración. Esto queda claramente señalado en todas las liquidaciones de sueldos que periódicamente se preparan para determinar la remuneración de todos los trabajadores, estén o no estén afectos a ese tributo personal.

Si bien pudiera ser excusable que el señor Chahin no conociera el detalle de las disposiciones contenidas en el número 1 del artículo 42 de la Ley sobre Impuestos a la Renta que señala las rentas afectas al Impuesto Único al Trabajo, no es excusable que no conozca la formación o estructura de las liquidaciones de sueldos, a menos que nunca hubiera visto una.

Menos mal que luego reconoció que su declaración estaba errada, pero no lo exculpa del desconocimiento de la materia técnica que es debatida en el Congreso, ya no por él, porque ya no es diputado, pero sí por ser el presidente de un partido que, ahora no tiene mayor gravitación en el electorado, pero sí la tuvo hace muchos años atrás.

También resulta desconcertante la actitud de varios senadores del Partido Socialista e independientes de izquierda que en el año 2002 rechazaron la idea de proyecto de acuerdo que presentaron diputados de Renovación Nacional que proponían al otrora presidente de la República, don Ricardo Lagos, permitir el retiro del 10% de los fondos de capitalización individual para cubrir necesidades de vivienda, salud o educación. Argumentan hoy que las condiciones del país no son las mismas que en esos años.

Me parece razonable aplicar a estos parlamentarios el dicho que “el tiempo todo lo borra.”

Finalmente me permito fundamentar mi argumento sobre el deslucido discurso evidenciado, con la declaración del presidente de la Comisión de Constitución del Senado, el señor Alfonso de Urresti, quien ante la brillante pregunta del periodista Daniel Matamala de porqué desoía las opiniones de economistas de centro izquierda que han señalado que el proyecto no es bueno, responde el senador: “los economistas no saben”. O sea, profesionales que estudiaron 5 años en la universidad y que después hayan realizado una maestría y/o doctorado por unos 3 a 5 años más, junto a unos 5 años de ejercicio profesional (decir entre 15 a 20 años como mínimo) en cuyo periodo dedicaron sus vidas a conocer cómo se comporta la economía de un país, no sepan, no tengan idea de lo que dicen, que emiten opiniones erradas, y que sean los políticos los únicos que oyen la voz del pueblo; me parece algo totalmente contrario al entendimiento mínimo que permite la capacidad intelectual promedio de cualquier persona. En otras palabras, de nada sirve estudiar Economía, pues solo vale ser político para conocer lo que realmente necesita la población y dar soluciones adecuadas.

Reconozco, y eso nunca he dejado de reconocer, que existe un tremendo problema hoy en día de carencia de liquidez en las personas, falta de trabajo y una insatisfacción creciente de las necesidades sociales. Estamos ad-portas, si es que ya no lo estamos viviendo, de experimentar una de las más grandes recesiones que haya vivido nuestro país. También reconozco que el sistema de pensiones actual no está dando los resultados que se prometieron cuando a inicios de los años ochenta nacieron las AFP. Creo firmemente que tenemos un tremendo problema social, pero como tal, no corresponde resolverlo con soluciones erradas y que están probadamente demostradas que generarán un detrimento social que será muy difícil de paliar.

Si los estudios de los economistas no son suficientes para dar una opinión (no conozco ningún economista que no haya destacado la deficiencia del proyecto en discusión) y solo el ejercicio de parlamentario y el oficio de ser político (desconozco si para ser político se estudia alguna carrera habilitante) permite adquirir una clarividencia máxima que faculta para entender la problemática social y discernir sobre las verdaderas soluciones, prescindiendo de la doctrina y de la técnica, significaría que estamos viviendo un cambio de paradigma que no había sospechado y que nunca imaginé llegar a vivir en mi vida de académico.

Dejo abierto el debate si es verdad que el conocimiento y la lucidez para dirigir un país está en desoír la doctrina y la técnica, y que solo quienes están en el Congreso tienen el conocimiento supremo para señalar las verdaderas absolutas que benefician a la población, aunque el desconocimiento de las más básicas disposiciones legales, el cambio de opinión solo por efecto del tiempo y la sobrevaloración del conocimiento generado por el ejercicio político sean los fundamentos doctrinarios para fundamentar los designios políticos que estos iluminados nos entregan.

Prof. Germán R.Pinto Perry
Director del Magíster en Planificación y Gestión Tributaria
Universidad de Santiago

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